Clavecín

La historia del clavecín se distingue por el tipo de instrumento (Clavecín, Virginal, Espineta), por la época en que fue construido y tocado y por la escuela de construcción a la que pertenece.

Las escuelas más importantes fueron la Italiana, la Flamenca, la Francesa, la Alemana y la Inglesa.

El sonido de los claves italianos en el Renacimiento era explosivo y de corta duración. Eran de construcción ligera y tenían generalmente un sólo teclado o manual y uno o dos juegos de cuerdas de 8 pies. En los ss. XVII y XVIII los clavecines italianos tenían un teclado y una extensión de cuatro octavas y media. Entre los constructores de clavecines en estilo italiano destacaron D. da Pesaro, A. y V. Trasuntino, G. Baffo, G. Celestini y L. Padovano.

El repertorio solista que se tocaba en estos clavecines consistía principalmente en danzas, variaciones, toccatas y sonatas, también se utilizaban para interpretar el bajo continuo en ensambles instrumentales y vocales. Se podían tocar obras de compositores como W. Byrd, J. Bull, A. Cabezón, J. P. Sweelinck, S. Scheidt, H. Scheidemann, G. Frescobaldi, A. Scarlatti y D. Scarlatti, entre muchos otros.

Durante el s. XVII, en Amberes, Bélgica, la dinastía de constructores Ruckers -Couchet dominó y transformó la construcción de clavecines al emplear en sus instrumentos (a diferencia de los italianos) cuerdas más largas y una caja de resonancia más grande y sólida, resultando en un instrumento de gran sonoridad, brillante y prolongada que podían tener uno o dos teclados. La música que se tocaba en los claves flamencos de los ss. XVII y XVIII era de compositores como J. Froberger, J. Pachelbel, J. K. F. Fischer, H. d’Anglebert y H. Purcell, y consistía principalmente de suites, sonatas y variaciones.

En el s. XVIII los clavecines franceses generalmente tenían dos teclados o manuales, varios registros y una extensión de cinco octavas. Las características del Rococó en cuanto al manejo de los aspectos decorativos se aplicaron a los instrumentos, por lo que encontramos clavecines franceses profusamente decorados. Los instrumentos franceses son grandes, de dos manuales, acción suave, ligera y confiable. La sonoridad es cálida, plena y muy cantabile con bajos muy resonantes y redondos. Los constructores más representativos en el s. XVII fueron J. Denis, A. Vaudry y N. Blanchet mientras que en el s. XVIII destacaron P. Donzelague, N. Blanchet, F. E. Blanchet, P. Taskin y A. Vater. La música que se escuchaba y tocaba en Francia consistía en suites, dedicatorias y piezas de carácter de compositores como L. Couperin y F. Couperin, J. P. Rameau, F. Dandrieu, A. Forqueray, J. Duphly y C. Balbastre.

Durante los ss. XVII y XVIII los clavecines construidos en otros lugares como Inglaterra, Alemania y otros países de Europa presentan características semejantes a los de la escuela Italiana, Francesa y Flamenca, aunque con las particularidades propias de las tradiciones de construcción presentes en cada lugar.

Los clavecines de intérpretes como W. Landowska, vuelven a escucharse en una versión “modernizada”, más parecida a un piano moderno que a un instrumento de los ss. XVII y XVIII.

Pocos clavecines originales han llegado hasta nuestros días y, aunque conocemos bastante acerca de la música que en ellos se tocaba, sabemos poco acerca de los instrumentos en que era tocada. Desde 1950 se construyen clavecines y espinetas siguiendo los modelos de construcción originales, al igual que se trabaja en la restauración de instrumentos antiguos.