Fortepiano

El fortepiano fue inventado alrededor de 1700 por B. Cristofori, un constructor de clavecines al servicio de los Medici en Florencia, quién lo llamó gravicembalo col piano e forte, o clavecín con piano y fuerte. El mecanismo de martinetes del fortepiano permitía tocar sonidos tanto suaves como fuertes. Su invento se difundió lentamente debido a que construirlo era más difícil y complicado que un clavecín. Treinta años después, alrededor de 1728, G. Silbermann comenzó a construir fortepianos en Alemania tomando como ejemplo el instrumento de B. Cristofori.

Las primeras composiciones específicas para fortepiano son las 12 sonatas “Da Cimbalo di piano e forte…” compuestas por L. Giustini en 1732. El instrumento permaneció a la sombra del clavecín hasta la década de 1770.

A. Stein, alumno de Silbermann, diseñó el mecanismo al que más tarde se conoció como "mecanismo alemán o mecanismo vienés”, y que era aun más sencillo que el de Cristofori, pero de gran precisión y eficacia. A mediados del s. XVIII J. Zumpe y A. Backers, alumnos también de Silbermann, emigraron de Alemania a Inglaterra, donde comenzaron a construir con éxito Tafelklaviere o fortepianos “de mesa” variando en ellos considerablemente el mecanismo de Cristofori.

El fortepiano vienés estaba hecho de madera, tenía 5 octavas, y su mecanismo permitía que la acción del teclado fuera muy ligera y confiable, lo que lo convirtió en el medio ideal para interpretar el lenguaje finamente articulado de la música vienesa y alemana para tecla. Los constructores mas destacados de fortepianos en Alemania y Austria fueron J. Dulcken, W. y J. Schantz, J. D. Schiedmayer, F. Späth, J. A. Stein, N. Streicher, C. Graf y A. Walter. La música que se interpretaba en estos instrumentos eran principalmente sonatas, fantasías, conciertos y obras de cámara de compositores como C. P. E. Bach, J. C. Bach, J. G. Müthel, F. J. Haydn y W. A. Mozart, entre otros.

El fortepiano inglés se caracterizó por su forma rectangular o “cuadrilonga” y por un mecanismo de acción denominado “gran acción inglesa,” que permitía obtener una mayor sonoridad y potencia, pero a cambio de un menor control sobre la precisión en la repetición y apagado de las notas. Estas características tuvieron efecto sobre la música que se compuso y sobre la manera en que ésta se interpretaba en los fortepianos ingleses. Compositores como J. C. Bach, F. J. Haydn, J. L. Dussek, A. Kozeluch, I. Pleyel, M. Clementi, J. B. Cramer, N. Hüllmandel y L. v. Beethoven compusieron sonatas y otras obras para ser interpretadas en fortepianos de constructores como J. Zumpe, A. Backers, J. Broadwood, S. Erard, M. Clementi, Longman y Broderip, entre otros.

Las características mecánicas y de construcción de los fortepianos vieneses e ingleses fueron objeto de modificaciones considerables durante el s. XIX. Estos cambios respondieron a las exigencias de los compositores e intérpretes de música para piano que finalmente desembocaron en el piano moderno que conocemos en la actualidad y escuchamos en las salas de conciertos. A partir de las últimas décadas del s. XX, examinar la música del pasado con los criterios interpretativos historicistas se ha convertido en una obligación para todo músico serio, lo que conlleva el estudio y la interpretación de la música en los instrumentos apropiados a la época correspondiente.